Venden el alma de Audrey

Hoy, en uno de mis momentos de trasiego (modo ironía encendido, por suspuesto) en la oficina, he ojeado una revista.

Atónito, he fijado mis ojos en una noticia pequeña, casi sin importancia para el redactor de dicha publicación. Apenas una mención, un espejismo de algo sorprendente.

Otro momento de la historia del cine, de una de las más grandes, sería profanado por cualquier millonario montado en el dólar con demasiado espacio en casa para ocupar de algo que ni tendrá valor para él.

Estoy hablando del vestido de la GRAN Audrey Hepburn el día que ganó su único, no sé como sólo fue uno, Oscar del cine americano como mejor actriz por «Vacaciones en Roma» (1953)

Lo subastan por 70.000 dólares. Que pena que no haya ido al Museo del Vestido y la Moda o algún estamento parecido. Es algo histórico. Y aunque sucede con otras cosas también, sigo pensando lo mismo, hay cosas que no deberían venderse y si disfrutarlas entre todos los amantes, como yo, por ejemplo, de la moda y el cine.

Audrey, radiante de felicidad con su preciada estatuilla.

Lo había diseñado Edith Head y formaba parte del vestuario de la película (aparece en una de las últimas escenas) . Para la noche de los Oscar, la diseñadora que también logró una estatuilla, lo retocó un poco siguiendo las indicaciones de Hepburn. Para Audrey, era, como ella misma lo llamaba, «su vestido de la suerte».

CONSEJO DEL DIA:

«Entre las dificultades se encuentra la oportunidad»

PD: Sé que a Blanes y Montero les encantará la entrada de hoy, aunque quizás ya sabían de la noticia. Va por vosotras, malditas pero queridas bastardas.