Siempre ha habido grandes corrientes de pensamiento a lo largo de la historia. Ni mejores ni peores, simplemente diferentes. Desde tiempo atrás, inmemoriables pensadores, filósofos, psicólogos, matemáticos y demás fauna diversa de la sociedad, se ha empeñado en buscar algo que diera al traste con lo anteriormente estipulado por otros, antes que ellos.
Y ese ha sido el motor y avance de la humanidad. Siglos y siglos de descubrimientos, de batallas intelectuales, de errores convertidos en aciertos que han dado lugar a lo que hoy en día somos, vivimos y pensamos.
Pero tras tanto litigio, tras lo que ya está, sigue habiendo aún gente que se sigue esforzando día tras día para lograr algo diferente, algo digno de admiración, propia o de otros. Esas personas son las que más admiración me representan, y en mi opinión, las que más dignifican lo que hacen.
Y he aquí donde entra el concepto.
El concepto dice muchas cosas, en pocas palabras. Estriba líneas maestras que uno debe mantener caiga de pie o de culo, da pasos a seguir contra viento y marea, te saca la rabia profunda de la manera más disimulada posible, encuentra el leitmotiv para la superación personal y te insta a cometer errores para subsanarlos y mejorar las prestaciones de la empresa a realizar.
Para su consecuión debes rodearte de personas, amigos y colaboradores que tengan la misma visión, que te pongan una mano en el hombro cuando no lo necesites y te sostengan en un abrazo cuando te sientas desfallecer; que te dejen tus momentos solitarios en la comprensión de los enigmas y soliciten tu reclamo en situaciones inverosímiles; que se dejen convencer a base de argumentos y corazonadas y no de promesas e irrealidades fulgurantes.
Pero el concepto se basa, profundamente, en alguien que confíe en ti y en que tú seas capaz de enderezar el rumbo cuando todos piensen que lo has perdido. Si tienes eso, tienes más de lo que te crees para elaborarlo.
Un grupo de personas a tus órdenes, no en su mejor versión, pero tampoco en la peor. Otro grupo, inferior ténicamente, superior en mentalidad en esos momentos. Toca mover ficha. Unos abatidos, otros vencedores y mucho por delante. La cabeza erguida, alta, soberana, incrédula, desafiante y rabiosa. Brillo, fulgor intransigente y empecinamiento, llegando a la obstinación. El concepto reina sobre ti, mientras en tus adentros se está formando un fuego que reclama la venganza calmada.
Miras hacia arriba. Respiras y mantienes el concepto. Otros no lo harían y posiblemente caigan. La idea es clara: la caza empieza hoy y no se va a detener hasta que nadie de los nuestros diga lo contrario. Lo bonito empieza ahora. Ellos tienen sus armas, nosotros las nuestras. El concepto, la forma de hacer y sentir, de querer conseguir, es la más fuerte de todas ellas. Ellos solamente se basan en la finalidad. Si resultan vencedores, estarán vacíos con el tiempo. Si nosotros caemos, el concepto no permitirá que sea por mucho tiempo, y se verá lo conseguido en otro espacio, en otro tiempo, pero devolverá lo perdido. Y durante ese camino, no se sentirán vacíos.
El concepto te dice que lo importante no es el qué, sino el cómo. Ellos aún no lo saben, pero a estas alturas, un resultado no es más que eso: una respuesta entre muchos azares y condicionantes. Es el QUÉ. El CÓMO es lo que perdurará, aunque haya quién no quiera verlo. Ellos tienen el qué, nosotros el cómo. Con lo nuestro se puede conseguir lo suyo, al revés, no.
Son conceptos ambos, si. Pero en mi mente, solamente hay uno y lo voy a llevar a las últimas consecuencias, pase lo que pase. «Yo estoy contigo para lo que sea, te apoyo hasta la muerte», me dijeron hace pocos días. Gracias, amigo y compañero.
CONSEJO DEL DÍA:
«En cada búsqueda apasionada,
cuenta más la persecución que el objeto perseguido»
(Bruce Lee dixit)